Yucatán ► La noche del 25 de septiembre marcó un récord sin precedentes en la migración de aves: más de 1,200 millones de ejemplares cruzaron los cielos de Estados Unidos rumbo al sur, en lo que el proyecto BirdCast denominó “La Noche de los Mil Millones de Pájaros”. Este fenómeno, monitoreado por 160 radares meteorológicos del sistema NEXRAD, representa uno de los mayores desplazamientos naturales del planeta y da inicio a la temporada migratoria de otoño.
Entre los primeros en llegar a la Península de Yucatán se encuentran especies emblemáticas como el colorín siete colores o mariposo (Passerina ciris), el azulejo colorín (Passerina cyanea), el azulejo picogordo (Passerina caerulea) y el picogordo degollado (Pheucticus ludovicianus), según confirmó Pierre Medina Arjona, director del Proyecto Santa María, organización dedicada a la conservación de aves silvestres. Estas especies, conocidas por su plumaje vibrante y su canto, son parte del corredor biológico que conecta América del Norte con Centro y Sudamérica.
Sin embargo, el viaje no está exento de amenazas. Mientras en Estados Unidos se pide a los ciudadanos apagar luces nocturnas y colocar calcomanías en ventanas para evitar colisiones, en México el peligro se concentra en las trampas ilegales colocadas por cazadores furtivos, especialmente en zonas rurales de Yucatán. Las llamadas “boca trampas” atraen a las aves con alimento, pero impiden su salida, convirtiéndose en un riesgo silencioso para especies protegidas por la Ley General de Vida Silvestre, la Convención Internacional entre Estados Unidos y México para la Protección de Aves Migratorias y la NOM-059-SEMARNAT-2010.
Los nombres en lengua maya de estas aves: Chéel yi’ijil —Colorín siete colores o mariposo (Passerina ciris)—, Ch’oj yi’ijil —Azulejo colorín (Passerina cyanea)—, Piim kooj yi’ijil —Azulejo picogordo (Passerina caerulea)— y Chak tseem —Picogordo degollado (Pheucticus ludovicianus)—, reflejan no sólo su arraigo en la biodiversidad local, sino también su valor cultural. La llegada masiva de estas especies a Yucatán es un espectáculo natural que, además de maravillar, exige vigilancia y compromiso para garantizar que el viaje de millones no termine en silencio. (Con información y fotos de Proyecto Santa María)