Yucatán ► Un equipo de 183 ciudadanos, coordinado por el Proyecto Santa María, ha detectado la presencia de siete especies de loros en las zonas urbanas de Mérida tras seis meses de monitoreo, durante los cuales se recopilaron mil 597 reportes. De las aves identificadas, tres son nativas—el loro frente blanca, el perico pecho sucio y el loro yucateco—mientras que otras tres (loro cachetes amarillos, loro cabeza amarilla y loro cabeza azul) provienen del sur de la península, y la cotorra argentina se clasifica como especie invasora.
El presidente del Proyecto Santa María, Pierre Medina Arjona, agradeció a los vecinos de Mérida, quienes enviaron sus reportes desde primeras horas de la mañana. La información, sistematizada por la doctora Vanessa Martínez García, coordinadora del programa Monitoreo de Loros Urbanos, fue presentada en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI, marcando un ejercicio de ciencia ciudadana sin precedentes en el país.
La iniciativa, que dio inicio en noviembre, capacitó a los voluntarios a través de la maestra Roxana González Herrera para identificar y monitorear estas especies. Los datos recopilados, que incluyen fotos, audios y videos, han permitido conocer aspectos esenciales como las preferencias alimenticias—destacándose 24 especies de plantas, entre las que sobresalen el uaxim y el chaká—además de las áreas donde estos loros pernoctan y anidan.
El monitoreo confirmó la presencia natural de especies autóctonas, mientras que registró la consolidación en la ciudad de loros que no son endémicos, como el cachetes amarillos y la cabeza amarilla, probablemente debido a escapes o liberaciones. La aparición del loro cabeza azul sorprendió a los expertos, y, por otro lado, se identificó a la cotorra argentina como exótica e invasora, ya que su origen es del sur del continente y sus características, como la construcción de nidos, podrían favorecer su expansión.
Este ejercicio resalta la urgente necesidad de preservar los hábitats urbanos indispensables para estos psitácidos, en particular las cavidades naturales en árboles muertos —como las palmeras reales— que les brindan una oportunidad de reproducción. La acción ciudadana, que demuestra una creciente conciencia para proteger a estas aves, es clave para contrarrestar el comercio ilegal y proponer estrategias de conservación en un entorno cada vez más urbanizado. ■