Rusia ► En la tarde de este jueves un Antonov An-24 de Angara Airlines desapareció del radar mientras volaba de Blagoveshchensk a Tynda, en la región de Amur, a unos 7 000 km al este de Moscú. Horas después, rescatistas encontraron el fuselaje calcinado en una ladera cubierta de espeso bosque, confirmando que las 49 personas a bordo no sobrevivieron al impacto ni al incendio posterior.
La aeronave con matrícula RA-47315, fabricada en 1976, había recibido una última renovación de certificación en 2021 que extendía su vida útil hasta 2036. Sin embargo, las sanciones internacionales han limitado la disponibilidad de repuestos y amenazan el mantenimiento de estas flotas envejecidas. Expertos en aviación consultados por medios rusos advierten que operar “tractores voladores” en rutas remotas incrementa el riesgo de fallas técnicas.
Fuentes de Interfax citadas por los servicios de emergencia señalan que ráfagas de viento y nubes bajas complicaron la aproximación a Tynda. Durante el segundo intento de aterrizaje alrededor de la 13:00 hora local, el contacto con la torre de control se perdió de forma súbita. Poco después, un helicóptero Mi-8 del Ministerio de Emergencias localizó los restos envueltos en llamas en un terreno escarpado.
A bordo viajaban 43 pasajeros —entre ellos cinco menores de edad— y seis tripulantes. Al menos un ciudadano chino figura en la lista de fallecidos, coincidencia que motivó un mensaje de pésame del consulado de China en Jabárovsk. Según un reporte de la agencia TASS, varios de los pasajeros trabajaban en el servicio ferroviario de la zona, un transporte crítico en el Lejano Oriente ruso.
El gobernador Vasily Orlov decretó tres días de luto regional y calificó el siniestro como una “terrible tragedia”. En X, el periodista César Moreno (@CesarMorenoH) compartió imágenes aéreas del fuselaje humeante, obteniendo más de 10 000 interacciones. El canal Telegram del Ministerio de Emergencias publicó un breve video del hallazgo, mientras en foros y grupos de transporte se multiplican las demandas de revisar los estándares de seguridad y modernizar la flota.
La Fiscalía de Transporte del Lejano Oriente abrió una pesquisa por violaciones de las normas de seguridad aérea, un trámite habitual tras un accidente de esta magnitud. Entre los retos emergentes está la escasez de repuestos genuinos y la necesidad de entrenamiento especializado para afrontar aterrizajes en condiciones climatológicas extremas. Familias de las víctimas y asociaciones de pilotos ya exigen un plan de renovación urgente para evitar más tragedias en las rutas aisladas de Siberia. ■