Superman podría ser el superhéroe más simple de todos. La suma de todos sus poderes lo hace indestructible y su única debilidad es una piedra de color verde llamada igual que su planeta natal. Quién tenga kriptonita puede vencerlo y siempre es Lex Luthor quien la tiene. Así las cosas parece que hay pocas oportunidades de contarnos grandes aventuras. Sin embargo, sus historias suelen ser de las más emocionantes y emotivas del género.
A sus escritores les encanta ser subversivos: nos muestran su condición de inmigrante en tiempos de fronteras y aranceles, de hijo adoptado en tiempos de nuevas familias y de víctima de bullying en tiempos de tolerancia cero. Pero en lugar de usar su poder contra los débiles, el ser más poderoso del planeta elige protegerlos. Podría ser un supervillano, pero tenemos al mejor de nosotros.
A Supermán le enojan la injusticia y la violencia. Se enfurece. Duda. Ama. Quiere salvarnos a todos, incluidos los perros y las ardillas. Fue criado por dos padres terrícolas que le inculcaron los mejores principios humanos. Si Jor-El y Lara Lor-Van son sus padres biológicos, Jonathan y Martha Kent lo son de Supermán.
En efecto, la crianza amorosa y los valores que Clark Kent recibió están por encima de la poderosa biología que puede brindarle nuestro sol amarillo. Sabemos que nuestro héroe caerá, que será derrotado, pero sabemos que se levantará y ganará. Eso nos emociona siempre. Nos vemos reflejados. No rendirse es uno de los mejores principios humanos.
En la nueva cinta de Superman, protagonizada estupendamente por David Corenswet, el nuevo director James Gunn le pone otra faceta: el héroe políticamente independiente. Superman no se considera solo ciudadano de su país adoptivo, sino de toda la Tierra. Le interesan los problemas de la sociedad humana, especialmente los que pueden destruirla y no quiere quedarse sin hacer nada. Como lo haría (o lo debería hacer) cualquier ciudadano, para resolver los problemas, Superman pasará a la acción. Sí, también es un super ciudadano.
Todos tenemos que mirar hacia arriba. ■