Baja California ► El cortometraje Plataneros, dirigido por el cineasta tabasqueño Juan Garrafa, se alzó con el premio a Mejor Cortometraje Documental en la edición 2025 del Festival de Cine del Valle de Guadalupe, consolidándose como una de las voces más singulares del cine documental mexicano.
Con narraciones en lengua yokot’an, el filme entrelaza la memoria de la infancia con la pasión por el béisbol, a través de crónicas de partidos y análisis deportivos que han marcado la vida cotidiana de comunidades rurales. Con dos pelotas desgastadas como símbolo central, Plataneros rescata la relación entre el juego, la tierra y los sueños de quienes crecen entre la siembra y la esperanza.
El Festival de Cine del Valle de Guadalupe
El Festival de Cine del Valle de Guadalupe, celebrado en el corazón vinícola de Baja California, se ha consolidado como un espacio para el cine de autor y la exploración de la cultura regional. Su programación combina ficción y documental, con un énfasis en la diversidad cultural, la preservación de saberes y las historias auténticas que emergen de comunidades indígenas y de la resistencia cultural.
Más allá de las proyecciones, el festival integra experiencias gastronómicas, catas de vino y encuentros con cineastas, convirtiéndose en un puente entre el arte cinematográfico y la riqueza vitivinícola de la región.
Dylan Verrechia: la raíz del festival
El origen del festival se remonta a 2010, cuando los líderes kumiay Eva Carrillo y Fausto Díaz pidieron al cineasta Dylan Verrechia realizar un documental sobre su comunidad. El proyecto, concluido en 2014, sentó las bases de lo que años más tarde se transformaría en un encuentro internacional de cine.
Verrechia, hoy cofundador y figura clave del festival, ha sido fundamental en darle identidad: un espacio que conecta la tradición indígena con el arte contemporáneo, y que se celebra cada septiembre coincidiendo con el Año Nuevo Kumiay y el equinoccio de otoño.
Un triunfo con acento tabasqueño
Con este reconocimiento, Plataneros no solo celebra el talento del sureste mexicano, sino también la fuerza de las lenguas originarias en el cine contemporáneo. El premio confirma la relevancia de un trabajo que, desde la intimidad de la infancia y el béisbol, logra dialogar con la memoria colectiva y la resistencia cultural.
El Valle de Guadalupe, tierra de vinos y memorias ancestrales, se convierte así en escenario de un triunfo que honra tanto al cine independiente como a las comunidades que siguen sembrando historias para el futuro. ■