Estados Unidos ► En un discurso encendido desde la base de Marines en Quantico, Virginia, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Peter Brian Hegseth, anunció una reestructuración radical en las Fuerzas Armadas, marcada por el rechazo a la diversidad institucional, la exigencia de estándares físicos estrictos y la eliminación de lo que denominó “cultura woke”. Ante cientos de altos mandos, Hegseth declaró que “se acabó la era de la apariencia inaceptable”, en referencia a soldados con sobrepeso, barbas, cabello largo y expresiones individuales que, según él, erosionan la imagen y eficacia del ejército.
El funcionario, aliado cercano del presidente Donald Trump, advirtió que todos los miembros de la fuerza conjunta deberán someterse a pruebas de aptitud física y mediciones de altura y peso dos veces al año, sin excepciones por rango o género. “Es inaceptable ver generales obesos en los pasillos del Pentágono. Es una mala imagen. Es feo, y no refleja quiénes somos”, sentenció.
Además, Hegseth anunció una revisión interna para erradicar el “liderazgo tóxico”, el acoso y las novatadas, aunque dejó entrever que algunas definiciones actuales de estos conceptos han sido utilizadas para debilitar la autoridad militar. Rechazó las denuncias anónimas como “cobardía disfrazada de conciencia” y exigió que quienes no compartan su visión “actúen con honor y dimitan”.
En un giro frontal contra las políticas de inclusión, el secretario de Defensa afirmó que ya no se promoverá a oficiales por razones de raza, género o logros simbólicos. “No más oficinas de diversidad, hombres con vestidos, ni culto al cambio climático. No más división, distracción ni delirios de género”, declaró. La intervención de Hegseth marca un punto de quiebre en la cultura militar estadounidense, con implicaciones profundas para la estructura, el liderazgo y la representación dentro del ejército. ■


