China ► El histórico Templo Shaolin, cuna del budismo zen y origen del kung fú chino, enfrenta una crisis sin precedentes tras la destitución de su abad, Shi Yongxin, apodado el “monje CEO” por su perfil empresarial. La Asociación Budista de China anunció la cancelación de su certificado de ordenación luego de una pesquisa interna que descubrió el desvío de cuantiosos recursos destinados a proyectos y bienes del monasterio, así como violaciones graves a los preceptos monásticos.
Según el comunicado oficial, las finanzas del templo quedaron salpicadas por compras de automóviles de lujo y propiedades ligadas a sociedades administradas por cercanos al abad, mientras que los fondos para la restauración de templos históricos y programas de caridad fueron redirigidos sin autorización. Al filtrarse estos hallazgos, exdiscípulos aportaron testimonios de una vida alejada del ascetismo: viajes ostentosos a Europa y Estados Unidos en jet privado, estancias en hoteles cinco estrellas y cenas de gala pagadas con donaciones de fieles.
En el plano personal, la indagación reveló que Shi Yongxin mantuvo relaciones sentimentales con varias mujeres, contraviniendo el voto de celibato y causando un terremoto moral en la comunidad budista. Algunas de esas mujeres habrían tenido hijos con el abad, información que generó indignación en Weibo, donde el hashtag asociado al escándalo superó los 600 millones de visualizaciones en 48 horas y se convirtió en trending topic. En WeChat, grupos de peregrinos compartieron capturas de pantalla de antiguas publicaciones del monje, cuestionando su credibilidad.
Durante más de dos décadas, Shi Yongxin impulsó un “modelo Shaolin” globalizado que llevó escuelas de kung fú y retiros espirituales a Occidente, creó compañías de espectáculos itinerantes y ocupó cargos políticos dentro de la Asamblea Nacional Popular. Sin embargo, desde 2015 circulaban en medios estatales denuncias por su vida de lujo, tildadas entonces de “calumnias maliciosas” por el propio templo. Esta vez, tanto las autoridades religiosas como las políticas han mostrado unidad para aplicar la sanción.
La Asociación Budista, supervisada por el gobierno de Pekín, subrayó que la integridad del budismo oficial no admite privilegios. Aislando el caso de Shi Yongxin, ha ordenado auditorías exhaustivas en otras sedes y promete reforzar la formación ética de los monjes. El nombramiento de un nuevo abad en las montañas de Henan quedará bajo supervisión directa del Departamento de Asuntos Religiosos, para garantizar una transición acorde con las normas estatales.
Para expertos en religiones chinas, el episodio marca un punto de inflexión. La reputación de Shaolin, símbolo de espiritualidad y disciplina, se encuentra empañada, pero la crisis podría propiciar una renovación de la administración monástica, alineando la fe con prácticas transparentes. ■