Italia ► La plataforma clausuró un espacio público con 31,885 miembros en el que se compartían y comentaban fotos de mujeres—muchas de ellas esposas—captadas en momentos de intimidad sin su permiso. El grupo, activo durante siete años, incluso alojaba imágenes manipuladas con inteligencia artificial, creando un entorno de acoso digital que activistas describieron como “violación virtual”.
La escritora y gestora cultural Carolina Capria denunció el caso desde su perfil de Instagram, alertando de que muchas de las víctimas desconfiaban de que sus imágenes se difundieran para alimentar fantasías sexuales. El colectivo No Justice No Peace se unió a la denuncia, multiplicando los reportes y forzando a Meta a intervenir de inmediato.
Un vocero de Meta explicó que ‘Mia Moglie’ infringía las políticas contra la explotación sexual de adultos y anunció su cierre definitivo. La empresa recordó que, ante contenidos que promuevan violencia o abuso, puede deshabilitar grupos, suspender cuentas y compartir información con las autoridades competentes.
La indignación traspasó el ámbito digital y llegó al Parlamento italiano. El Partido Demócrata calificó la existencia del grupo como “complicidad con la violencia de género” y exigió a Meta tomar medidas inmediatas. Paralelamente, la asociación de consumidores Codacons amenazó con presentar una demanda colectiva si no se eliminaba el espacio en un plazo de cinco días.
Aunque celebrada como un triunfo, la clausura de ‘Mia Moglie’ no es el fin de la historia. Plataformas como Telegram ya alojan comunidades similares, y el rápido avance de la inteligencia artificial facilita la creación de contenido íntimo sin autorización. Activistas y juristas coinciden en que el episodio reabre el debate sobre la responsabilidad de las redes sociales en la protección de la privacidad y la dignidad de las mujeres en la era digital. ■