Ciudad de México ► La llegada de la Cuaresma a México, una tradición católica que continúa influyendo en los hábitos de consumo a pesar de la secularización, genera un aumento en la demanda de pescado y mariscos. Durante este periodo, se promueve el consumo de estos productos como alternativa a las carnes rojas. Sin embargo, el mercado de pescados y mariscos en el país enfrenta desafíos que limitan su crecimiento, como el precio elevado, la logística de distribución y las preferencias alimenticias de los mexicanos.
Según el «Mercado de Pescado y Marisco en México, Informe 2025-2034» del Instituto de Desarrollo Económico (IDE), este sector alcanzó un valor de aproximadamente 10,000 millones de dólares en 2024, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 5%. De mantenerse esta tendencia, el mercado podría llegar a los 15,000 millones de dólares en 2034, impulsado por una mayor preocupación por la alimentación saludable, políticas de apoyo a la pesca y una oferta gastronómica en expansión que incluye mariscos exóticos.
No obstante, el consumo per cápita de pescado en México sigue siendo bajo en comparación con otros países. Según la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA), mientras que en países como Japón o España el consumo anual de pescado por persona supera los 40 kilogramos, en México apenas ronda los 13 kilogramos. Esto se debe a factores económicos y culturales.
Uno de los principales retos del mercado es el costo de los productos pesqueros. El precio del pescado fresco y los mariscos es considerablemente más alto en comparación con otras fuentes de proteína como el pollo o la carne de cerdo. Además, la limitada infraestructura de distribución encarece el producto en zonas alejadas de la costa. Baja California y Yucatán concentran el 90% de las ventas de pescado congelado, lo que refleja la desigualdad en la oferta de estos productos dentro del país.
El informe del IDE también destaca un crecimiento en la demanda de pescado congelado debido a su mayor vida útil y precios más accesibles. Sin embargo, el consumo de pescado y mariscos en México sigue ligado a momentos específicos como la Cuaresma o las vacaciones en destinos de playa. A diferencia de otros países donde el pescado es parte fundamental de la dieta diaria, en México aún se percibe como un producto ocasional.
La falta de cultura gastronómica en torno al pescado también es un factor relevante. A pesar de la riqueza costera del país, el consumo de pescado no está tan arraigado como el de la carne de res, cerdo o pollo. Esto se refleja en el crecimiento del mercado de pescado procesado y enlatado, que responde a la necesidad de opciones prácticas para consumidores con menos tiempo de preparación de alimentos.
Aunque la Cuaresma representa un pico en la demanda de mariscos, esto no necesariamente se traduce en un cambio en los hábitos alimenticios del país. Sin embargo, las tendencias de salud, la innovación en productos congelados y enlatados, y las políticas de apoyo a la pesca podrían incentivar un crecimiento del sector. El reto sigue siendo lograr que el pescado deje de ser visto como un lujo o una opción de temporada, y se convierta en una proteína más accesible y frecuente en la mesa de los mexicanos. ■