El anuncio del Museo Nacional Olmeca en el corazón del Parque Museo-Poema La Venta ha desatado una tormenta de inquietud en Tabasco.
Un proyecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en suelo sagrado moldeado por la visión del poeta Carlos Pellicer Cámara, debería ser motivo de orgullo colectivo. Sin embargo, la opacidad y la ausencia de diálogo han transformado la expectativa en una marea de legítima preocupación ciudadana.
Las redes sociales fermentan críticas y llamados urgentes al debate: ¿Por qué intervenir este símbolo único en Latinoamérica –donde el patrimonio natural y cultural se entrelazan– mientras gran parte de la infraestructura cultural estatal padece deterioro?
La reacción del gobierno, lejos de apaciguar, ha intensificado el conflicto. Un video en redes sociales que descalifica la preocupación ciudadana, no hace más que echar leña al fuego. En lugar de ofrecer argumentos sólidos o datos transparentes sobre los beneficios del museo, se opta por el desdén.
Dicho mensaje contrasta con gestos previos de esta administración, como las consultas en redes sociales para elegir logotipos de diversas dependencias, que en su momento sembraron una esperanza –hoy frágil– de mayor participación ciudadana y transparencia en la toma de decisiones.
No obstante, esta encrucijada podría aprovecharse para rectificar el rumbo y enderezar un modelo comunicacional que, en apenas un año de gestión, ha mostrado sus grietas ante la falta de respuestas contundentes.
Para transformar la controversia en consenso, se requiere abrir canales genuinos de diálogo: foros públicos, mesas técnicas con expertos independientes, audiencias con colectivos culturales y ciudadanos interesados.
El proyecto debe explicarse con claridad, someterse a discusión abierta y enriquecerse desde sus cimientos con las voces de quienes aman La Venta y su entorno –incluyendo el parque Tomás Garrido Canabal y la laguna de Las Ilusiones–; pero sobre todo, debe honrar el legado intocable de Pellicer Cámara. Cualquier intervención en su obra maestra poético-natural debe nacer del respeto más profundo y del consenso más amplio, jamás de la imposición o la prisa.
La larga sombra de Carlos Pellicer observa expectante a poco más de 67 años de la obra material más relevante de su enorme legado.
La respuesta del gobierno de Javier May definirá mucho más que el futuro de un museo, su verdadero valor reside en algo más profundo: garantizar que las grandes obras, aquellas que tocan el alma de la identidad tabasqueña, se alineen verdaderamente con las necesidades y aspiraciones de su pueblo. ■
