Alemania ► Los principales fabricantes alemanes —BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen— han iniciado conversaciones con la Administración Trump para alcanzar un pacto que contrarreste el impacto de nuevos impuestos sobre sus exportaciones norteamericanas. La intención es frenar o, al menos, reducir los aranceles que podrían afectar negativamente los balances económicos de estas compañías, clave en la industria automotriz global.
Las negociaciones se están llevando a cabo en el Departamento de Comercio de Estados Unidos y se esperan resultados concretos para el mes de junio. Entre las condiciones propuestas, se contempla que, a cambio de la flexibilización arancelaria, las firmas alemanas se comprometan a realizar inversiones significativas dentro del mercado estadounidense. Esta estrategia busca fortalecer la inversión en plantas locales y consolidar el vínculo productivo entre ambas economías.
El interés de las compañías se fundamenta en su rol decisivo en el mercado automotriz estadounidense. Aproximadamente la mitad de los vehículos que BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen producen en Estados Unidos se destinan a la exportación, representando hasta el 85% de los coches exportados por el gigante norteamericano. Este importante posicionamiento les permite negociar desde una posición de privilegio, pues cualquier alteración en la política arancelaria podría tener un efecto dominó tanto en sus operaciones como en la economía del país.
Dentro de los planes de expansión en territorio estadounidense, se destaca la estrategia de Mercedes-Benz, que anunciará la inclusión de su SUV GLC más vendido en la línea de producción de su planta en Alabama a partir de 2027. BMW, por su parte, evaluará la posibilidad de agregar turnos adicionales en su planta de Spartanburg, mientras que Audi, parte del conglomerado Volkswagen, contempla iniciar la producción de ciertos modelos en suelo estadounidense. Estas iniciativas evidencian el compromiso de las firmas alemanas por robustecer su presencia en uno de los mercados más importantes a nivel global.
La persistencia de los aranceles, en caso de no alcanzarse un acuerdo, podría derivar en una reducción sustancial de las exportaciones de vehículos procedentes de Europa a Estados Unidos, afectando a ambas partes. Los fabricantes sostienen que mantener los aranceles implicaría no solo mayores costos, estimados en millones de euros diarios en pérdidas, sino también un deterioro en la competitividad de sus modelos en el mercado norteamericano. ■