Hay una verdad que el tiempo no desmiente: “El método y el orden son las claves del éxito en tiempos de caos”. Si hace falta una prueba, basta observar cómo Winston Churchill gobernó en medio de la devastación, cuando las bombas nazis caían sobre Londres y cada decisión podía significar la diferencia entre la supervivencia y el colapso.
Esa lección, forjada en el crisol de la guerra, confirma lo que la teoría de la administración pública sostiene: sin estructuras ordenadas ni procesos claros, ninguna organización resiste.
En Tabasco, la alcaldesa Yolanda Osuna ha hecho de esa convicción un principio rector de su gobierno. Más allá del ruido político —esa andanada de críticas que intenta demeritar cualquier logro—, lo relevante es reconocer la consistencia metodológica con la que ha enfrentado los desafíos públicos de Centro, municipio que alberga a la capital tabasqueña y concentra la mayor complejidad administrativa del estado.
No se trata de una apología vacía, sino del reconocimiento de un principio de gobierno que merece atención: la estrategia de orden, disciplina y planeación se refleja en acciones concretas. Por ejemplo, la rehabilitación de la planta potabilizadora Dos Montes —recientemente anunciada por la alcaldesa— y la construcción de cinco nuevas líneas de conducción desde la planta Carrizal II responden a un problema histórico de abasto irregular de agua potable en diversas localidades. El agua es un asunto esencial en cualquier latitud y atenderlo a fondo requiere método sostenido.
A la par, la digitalización de trámites para agilizar la atención administrativa demuestra una comprensión esencial pero poco común: el orden no es solo infraestructura física, también es arquitectura institucional que reduce fricciones, elimina opacidades y mejora la experiencia ciudadana.
Gobernar con disciplina en medio de restricciones presupuestales no es una virtud opcional, sino una obligación ineludible. Los municipios mexicanos operan bajo condiciones de escasez estructural, donde cada peso mal asignado significa un servicio que no se presta, una obra que no se realiza o una necesidad que queda insatisfecha.
La disciplina fiscal y operativa que distingue al actual gobierno de Centro es conciencia de que, sin orden en el gasto, ningún proyecto puede prosperar. La inversión en zonas rurales y la atención paralela a la infraestructura urbana —que, según ha dicho la alcaldesa, se intensificará en el último bimestre del año y los primeros meses del siguiente— son prueba de una gestión que sabe priorizar cuando los recursos son insuficientes para cubrirlo todo.
El equilibrio entre lo urbano y lo rural merece subrayarse. En México, las capitales suelen absorber la inversión pública mientras las comunidades rurales permanecen al margen. Frente a ese patrón histórico, la visión de equilibrio es, además de justa, estratégica. Un municipio es un sistema integral, y ninguna parte progresa si las demás se deterioran. La inversión en zonas rurales responde, por tanto, a una comprensión sistémica del territorio.
La teoría contemporánea de la administración pública ha desarrollado con precisión el concepto de gobernanza multinivel. Los grandes problemas —agua, drenaje, infraestructura, vialidades— trascienden las fronteras municipales y exigen coordinación efectiva entre órdenes de gobierno. Por eso es fundamental la relación que Osuna ha tejido con el gobernador Javier May y con dependencias federales como la CONAGUA. En un contexto federal tan complejo como el mexicano, ningún gobierno municipal puede actuar en aislamiento; la solución pasa por articular recursos, competencias y responsabilidades para enfrentar juntos los retos que ninguno podría resolver por sí solo.
En última instancia, gobernar no es brillar, sino resolver. Un gobierno se mide por su habilidad para mantener el rumbo cuando todo empuja hacia la dispersión; por las estructuras que deja funcionando cuando los reflectores se apagan; por haber comprendido que, sin orden administrativo, no hay transformación posible. Todo lo demás es ruido que el tiempo, inevitablemente, acalla. ■


