En un mundo donde la información circula rápidamente y los ciudadanos son observadores cada vez más exigentes de las acciones de sus gobernantes, la transparencia se convierte en una de las piedras angulares de la confianza pública. En este contexto, el cumplimiento de los compromisos adquiridos durante las campañas electorales no solo se mide a través de resultados a largo plazo, sino también en la capacidad del gobernante para rendir cuentas, incluso desde los primeros compases de su mandato.
“La confianza se gana en gotas, pero se pierde en litros”, dijo una vez el filósofo y activista político Jean-Paul Sartre. Esta frase resuena con fuerza hoy más que nunca en las democracias modernas, donde la rendición de cuentas fortalece el vínculo entre gobernantes y gobernados. A pesar de que no existe un precepto normativo que obligue a las autoridades a presentar un informe detallado en los 100 días iniciales de su mandato, este período se ha convertido en una práctica común que suelen utilizar como una oportunidad para reafirmar su compromiso con el pueblo.
Aunque muchos se apresuran a juzgar los resultados, es importante recordar que esos 100 días constituyen solo una fracción minúscula del mandato completo. Por lo tanto, no deben ser considerados como un indicador definitivo de éxito o fracaso. Sin embargo, en las últimas semanas hemos sido testigos de todo tipo de eventos, desde los más suntuosos hasta enfoques más mesurados, en los cuales los gobernantes optan por difundir las acciones que han llevado a cabo en beneficio de la sociedad.
No todos los informes de gestión de 100 días tienen el mismo nivel de trascendencia. En algunos casos, especialmente a nivel municipal, el balance es más bien escaso o simbólico, pues las autoridades recién electas se enfrentan al reto de poner en marcha la maquinaria gubernamental, mientras aún se ajustan a la complejidad de la administración pública.
En este escenario sobresale una excepción: la de Yolanda Osuna, presidenta municipal de Centro. La alcaldesa, que gobernó en el periodo inmediato anterior, ha logrado aprovechar su experiencia y la continuidad de la mayoría de su equipo para presentar un informe de logros significativo durante los primeros días de su segundo periodo de gobierno. En su caso, el inicio ha sido sólido. El presupuesto de 2024, diseñado por su propio equipo, le ha permitido una evolución positiva de los programas y los proyectos.
La gestión de Osuna Huerta refleja un ejercicio de madurez y profesionalismo. En un documento dado a conocer recientemente, la alcaldesa presentó logros de gran magnitud, que abarcan desde obras públicas hasta acciones de apoyo social, demostrando que el trabajo no solo ha continuado, sino que se ha fortalecido con el tiempo.
Es cierto que Centro sigue enfrentando importantes rezagos, producto de su tamaño y su dinámica económica, pero estos primeros pasos auguran un futuro prometedor. Yolanda Osuna ha demostrado que, más allá de los gestos mediáticos, lo que realmente importa es la solidez de los resultados. No se trata solo de un informe, sino de un testimonio de que la política no se limita a promesas, sino que se concreta en acciones reales, ejecutadas con transparencia. Y esto es esencial, porque la confianza del pueblo, en política, se construye a partir de los resultados positivos y la transparencia en la gestión pública. No lo olvidemos. ■