Estados Unidos ► En un discurso que sacudió la 80.ª Asamblea General de la ONU, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que “el mundo se está yendo al infierno” por culpa de la migración descontrolada, el “engaño” del cambio climático y la inacción de organismos multilaterales. “Sólo Estados Unidos puede salvarlos”, sentenció ante los 193 países miembros, en una intervención que duró más de una hora y que contrastó radicalmente con los llamados a la cooperación internacional pronunciados por líderes como Antonio Guterres, Annalena Baerbock y Luiz Inácio Lula da Silva.
Trump se jactó de haber puesto fin a siete guerras en apenas siete meses, incluyendo conflictos en Asia, África y Medio Oriente, aunque no ofreció detalles verificables sobre los acuerdos alcanzados. También presumió que, por primera vez en cuatro meses consecutivos, “ningún extranjero ilegal ha ingresado a Estados Unidos”, atribuyendo el logro a su política de cierre total de fronteras y despliegue militar en zonas urbanas.
El mandatario arremetió contra la propia ONU, calificándola de “organismo inútil” y burlándose de las fallas técnicas que sufrió al inicio de su intervención: “Todo lo que obtuve fue una escalera mecánica que se paró a la mitad y un teleprompter que no funciona”, dijo, provocando reacciones divididas entre los asistentes.
En su única mención a América Latina, Trump justificó el bombardeo de embarcaciones frente a las costas de Venezuela, acusadas de transportar drogas, y defendió al exmandatario brasileño Jair Bolsonaro, a quien calificó como víctima de “persecución política”. Aunque reconoció haber tenido un “encuentro cordial” con Lula da Silva minutos antes, advirtió que Brasil “sólo mejorará si trabaja con Estados Unidos”.
El discurso fue recibido con frialdad por la mayoría de los delegados, quienes habían escuchado previamente llamados urgentes a enfrentar el cambio climático, la pobreza y los conflictos armados mediante cooperación multilateral. Trump, en cambio, insistió en que el liderazgo global debe ser ejercido por Washington, y volvió a sugerir que merece el Premio Nobel de la Paz por sus acciones recientes.
La intervención del presidente estadounidense marca un nuevo episodio en su confrontación con organismos internacionales, y refuerza su narrativa de excepcionalismo nacional en un contexto global cada vez más polarizado. Mientras tanto, las reacciones diplomáticas se acumulan, y el debate sobre el papel de Estados Unidos en el mundo vuelve al centro de la escena. ■