Estados Unidos ► Las acusaciones contra el presidente Donald Trump y su círculo más cercano se multiplican: organizaciones de vigilancia y medios de prestigio sostienen que la presidencia se ha convertido en un negocio privado que ha generado miles de millones de dólares para su familia y allegados.
De acuerdo con Citizens for Responsibility and Ethics in Washington (CREW), Trump no solo ha lucrado mientras ocupa el cargo, sino que ha usado el poder de la presidencia para beneficiarse en cada decisión. Rebecca Jacobs, integrante de la organización, recordó que en su primer mandato el mandatario reportó ingresos personales por más de 1,600 millones de dólares, y en este segundo periodo “monetiza la presidencia de manera aún más descarada”.
El caso más reciente es la irrupción de la criptomoneda World Liberty Financial (WLFI), que en septiembre habría sumado 5,000 millones de dólares a la fortuna de la familia Trump, según cálculos de The Wall Street Journal. Para la organización Public Citizen, se trata de “la mayor corrupción en la historia presidencial” del país.
La Casa Blanca rechaza las acusaciones. Donald Trump Jr. las calificó de “tonterías completas”, mientras que la vocera Karoline Leavitt aseguró que ni el presidente ni su familia participan en negocios que impliquen conflictos de interés. Sin embargo, las conexiones entre política y negocios siguen apareciendo.
Uno de los casos más polémicos involucra a Steve Witkoff, ex inversionista inmobiliario convertido en negociador de paz en Medio Oriente y Europa. Sus hijos, Zack y Alex, han acompañado las gestiones diplomáticas con reuniones paralelas con líderes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Israel para explorar negocios. Poco después de que Zack Witkoff anunciara una inversión de 2,000 millones de dólares en WLFI por parte del jeque Tahnoon bin Zayed al Nahyan, la Casa Blanca autorizó a Emiratos el acceso a cientos de miles de chips de última generación, pese a advertencias de seguridad nacional sobre un posible desvío hacia China, reportó The New York Times.
El regreso de Jared Kushner a las negociaciones de paz también ha levantado críticas. Tras dejar la Casa Blanca en 2021, el yerno de Trump creó un fondo privado de inversión que recibió 2,000 millones de dólares del fondo soberano saudí. Hoy, vuelve a viajar con Witkoff para reunirse con líderes árabes, lo que ha desatado cuestionamientos sobre conflictos de interés. Consultada al respecto, la vocera Leavitt respondió que era “despreciable” insinuar que existía impropiedad.
Los negocios se extienden a múltiples frentes. Bloomberg reveló que Kushner participó en la operación de 55,000 millones de dólares con la que Arabia Saudita adquirió la empresa de videojuegos Electronic Arts. El mismo fondo saudí financia el torneo de golf LIV, que organiza competencias en clubes de Trump. CREW documenta que gobiernos y empresas extranjeras han gastado millones en hoteles y propiedades del presidente, y que incluso se ha propuesto realizar la cumbre del G20 de 2026 en el Trump National Doral de Florida.
La lista de ejemplos crece: desde jefes de Estado hospedados en Mar-a-Lago y Palm Beach, hasta la venta de mercancía con la marca Trump —biblias, relojes, gorras con el lema “Trump 2028”— y la creación de un portal farmacéutico, TrumpRx, que podría beneficiarse de decisiones oficiales. The Wall Street Journal informó que una de las empresas vinculadas a este proyecto acaba de incorporar a un hijo del presidente en su consejo directivo.
La senadora demócrata Elizabeth Warren denunció que Trump y sus socios han obtenido “cientos de millones de dólares” de negocios cripto y presentó en el Congreso un registro con los “primeros 100 actos de corrupción” de esta administración. Para Bartlett Naylor, de Public Citizen, lo visto hasta ahora “es apenas la punta del iceberg” y el impacto de esta red de intereses seguirá repercutiendo en la política estadounidense.
En paralelo, la Casa de la Moneda anunció que en 2026, con motivo del 250 aniversario de la independencia, circulará una moneda con la efigie de Trump en ambos lados, un gesto simbólico que para críticos resume la fusión entre poder político y negocio personal.
La presidencia de Trump, señalan analistas, pasará a la historia no solo por sus decisiones de gobierno, sino como el mayor ejercicio de autopromoción de marca jamás visto en la Casa Blanca. ■