Chico Ché: a 36 años de su partida, su legado musical sigue más vivo que nunca

Por: Ernesto C. León

Villahermosa ► Un día como hoy, pero de 1989, la música popular mexicana perdió a uno de sus máximos exponentes: José Francisco Hernández Mandujano, mejor conocido como Chico Ché, el irrepetible «Hombre del overol». A 36 años de su partida, su figura se agiganta como un ícono no solo de Tabasco, sino de toda una generación que bailó al ritmo de sus contagiosas cumbias-rock y letras llenas de humor y cotidianidad.

Nacido en la Ciudad de México el 7 de diciembre de 1945, pero de raíces tabasqueñas, Chico Ché creció entre nostalgia y música. Huérfano de madre desde pequeño, encontró en una guitarra de caja el refugio para sus sueños. Años más tarde, ya en Tabasco, formaría bandas como Los Temerarios y Los Bárbaros, pero sería con La Crisis, a partir de 1972, cuando encontraría el sonido que lo catapultaría a la fama: una fusión explosiva de rock, cumbia, zapateado y rumba, inspirada en ritmos indígenas que descubrió durante un viaje a Belice.

Más allá de su música, Chico Ché se distinguió por su imagen única: un overol de mezclilla que se convirtió en su sello personal. Según relatan sus cercanos, el atuendo fue un regalo fortuito de un amigo estadounidense, pero al usarlo en un baile, notó el impacto que causaba y a partir de allí lo adoptó como. u uniforme de batalla, una prenda que simbolizaba su autenticidad y cercanía con el pueblo.

Con esa humilde pero poderosa elección, desafió los cánones de la farándula y demostró que el verdadero estilo no depende de lujos, sino de la capacidad de conectar con la gente. El overol, arremangado y desgastado, se convirtió así en un ícono tan reconocible como su voz o sus saxofonadas, cementando su imagen como «el ídolo de overol» que conquistó corazones sin necesidad de trajes relucientes.

Aunque en el sureste ya era una estrella, el camino al éxito nacional no fue fácil. Raúl Velasco y los directivos de Televisa dudaban de su estilo, pero el éxito arrollador de su disco Los nenes con los nenes los obligó a darle espacio en Siempre en Domingo. Su presentación fue un fenómeno: el público lo adoptó de inmediato, y aunque intentaron crear una rivalidad con Rigo Tovar, Chico Ché siempre se mantuvo humilde, reconociendo al tamaulipeco como un maestro.

Lejos de los escenarios, Chico Ché era un hombre de familia, cercano a sus hijos y comprometido con su tierra. Fundó equipos de motocross, regaló instrumentos a jóvenes y nunca olvidó sus raíces. En cada concierto, entonaba con orgullo Vamos a Tabasco, un himno que sigue resonando en las fiestas del estado.

Chico Ché falleció el 29 de marzo de 1989, pero su música sigue sonando como si el tiempo no hubiera pasado. Canciones como De quén chónQuen pompó, Huy Que Miedo, Macorina o El restaurancito son parte del imaginario colectivo mexicano. Hoy, pese al paso de los años, Tabasco y México entero lo recuerdan no solo como un artista, sino como un hombre que convirtió lo cotidiano en arte y demostró que la autenticidad siempre triunfa. ■

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