Analizan función de los tatuajes y las escarificaciones entre los antiguos mayas

Quintana Roo ► En las antiguas culturas mesoamericanas, el tatuaje cumplía diversas funciones: marcaba la entrada a la edad adulta, simbolizaba logros militares, la ascensión a cargos políticos, sociales o religiosos, estatus social, linaje y la relación con los antepasados y entidades sobrenaturales. Sin embargo, en el primer cuarto del siglo XXI, se ha identificado una resignificación del tatuaje, a veces con fines más estéticos que simbólicos.

En la civilización maya, tanto el tatuaje como la escarificación del cuerpo humano jugaron un papel crucial en la vida política, militar y social desde el Preclásico (2200 a.C.-200 d.C.) hasta el Posclásico Tardío (1250-1521 d.C.). Estos actos eran considerados códigos culturales que regulaban la comunicación, señalando roles sociales y pertenencias a grupos o linajes.

El arqueólogo Benjamín Guarneros Brito abordó este tema durante la conferencia «El cuerpo humano como lienzo simbólico: las tradiciones culturales del tatuaje y escarificación durante el Clásico Tardío», presentada en el Seminario de Estudios Antropológicos e Históricos de Quintana Roo. Guarneros Brito se centró en el análisis de expresiones artísticas en las culturas a lo largo del río Usumacinta, en sitios como Toniná y Palenque, Chiapas; Comalcalco, Tabasco; la isla de Jaina y Calakmul, en Campeche.

Mediante arqueología experimental, Guarneros Brito descubrió que las espinas de pez raya y de pescado eran las más efectivas para la inyección de pigmento. También identificó que la caracola de mar cortada por la mitad era funcional para el tatuaje y la escarificación, sugiriendo que estos utensilios eran manipulados por un gremio de artistas-escribas.

La palabra «tatuaje» proviene del samoano «ta», que significa dibujo, y «tau», que significa piel. La escarificación, en cambio, viene del latín «scaraficatio», que se refiere a hacer incisiones superficiales en la piel. En lengua maya, la palabra «hots» se traduce como «trabajarse el cuerpo uno mismo», según el diccionario Cordemex.

Guarneros Brito propone que existía un grupo social de pintores-escribas, llamado «ajtzib’» o «ix ajk’uhu’n», que cumplía funciones oficiales de pintura mural y escritura de códices y vasijas cerámicas. Estos artistas eran los más aptos para desarrollar la tradición cultural-ritual del tatuaje, regulada por la clase gobernante.

El investigador destacó que, durante el contacto español, dos crónicas describieron el tatuaje maya. Diego de Landa, en su «Relación de las cosas de Yucatán», describe que los cuerpos tatuados eran considerados valientes y bravos porque el proceso era doloroso. Bernal Díaz del Castillo, en su «Historia verdadera de la conquista de la Nueva España», narra cómo Gonzalo Guerrero rechazó regresar con los españoles, mostrando sus tatuajes y horadaciones como evidencia de su integración en la comunidad maya.

Durante la evangelización cristiana, prácticas culturales corporales permanentes como el tatuaje, la escarificación, la deformación cefálica, la incrustación y modificación dentaria fueron desapareciendo, ya que los españoles las asociaban con cultos paganos.

El especialista y también tatuador, Guarneros Brito, reconoció que los estudios del tatuaje en la arqueología mesoamericana están en una etapa incipiente. En la actualidad, el tatuaje ha surgido como una práctica transclasista, utilizada por personas de todas las clases sociales y niveles académicos. Aunque a veces carece de valores simbólicos, el tatuaje moderno se limita en muchos casos a lo estético. ■

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