Por: Ernesto C. León
Villahermosa ► No suelo viajar mucho en avión, apenas una o dos veces al año, pero cada vez que lo hago me sorprende lo mismo: los precios estratosféricos de los servicios en los aeropuertos del país, tanto aquí en Villahermosa como en la Ciudad de México o Guadalajara. Desde el taxi que lleva a la terminal, que fácilmente supera lo que costaría un traslado similar en la ciudad, hasta la cena improvisada por un vuelo retrasado, todo parece diseñado para vaciar la cartera del pasajero. Un café sencillo puede costar lo mismo que una comida completa fuera del aeropuerto, y una botella de agua se vende como si fuera un artículo de lujo. Si una familia de cuatro o cinco integrantes se ve obligada a comer en la terminal, el gasto puede superar lo que destinarían a un buen restaurante en cualquier plaza.
La paradoja es evidente: el aeropuerto no es un sitio turístico, no debería tener precios de hotel ni de restaurante de lujo. Es un espacio de tránsito, un lugar donde el viajero espera, se traslada y, en ocasiones, se ve obligado a consumir por necesidad. Profeco ha documentado que en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México los precios de alimentos y bebidas son significativamente más altos que en otros establecimientos fuera de él. En contraste, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ha buscado posicionarse con tarifas más accesibles, tanto en su TUA como en algunos servicios básicos, lo que lo hace menos oneroso para el pasajero promedio.
El tema se vuelve aún más oportuno en esta época decembrina, cuando muchas familias viajan para reunirse y los gastos se multiplican. También para quienes lo hacen por trabajo, con viáticos cada vez más ajustados, pues las empresas ya no cubren excesos como antes. El análisis es claro: si fuera más barato viajar en avión y transitar por los aeropuertos, el flujo de pasajeros podría incrementarse. El viajero común no busca un resort en la terminal, sino un espacio funcional y justo. Mientras los aeropuertos sigan operando bajo la lógica de precios turísticos, el acceso al transporte aéreo seguirá siendo una opción esporádica, lejos de convertirse en una alternativa habitual para la mayoría de las personas. ■


