Por: Ernesto C. León
Villahermosa ► El libro de poemas Acallar el Silencio, de Mario Cerino Madrigal, fue presentado en el marco del Encuentro de Literatura y Traducción «José Carlos Becerra», en el auditorio Lic. Manuel Sánchez Mármol del Instituto Juárez en Villahermosa.
Los escritores Magnolia Vázquez y Miguel Ángel Ruiz Magdonel, acompañaron al autor en un diálogo que trascendió la mera celebración literaria para adentrarse en las complejidades del lenguaje y la identidad.
El título de la obra encierra una paradoja luminosa: ¿cómo «acallar» aquello que, por naturaleza, es ausencia de sonido? Cerino Madrigal responde convirtiendo su propio silencio —ese espacio íntimo de reflexión— en una voz resonante, capaz de interpelar tanto al individuo como a la colectividad.
Las tres secciones que componen el libro funcionan como ejes temáticos y existenciales: Razón, Pasión y Vida. Cada una explora tensiones universales —la contención frente al deseo, el fuego espiritual ante la apatía, la fragilidad humana que se vuelve arte—, pero arraigadas en el contexto tabasqueño. Aquí, el paisaje húmedo y la herencia cultural se entrelazan con reflexiones sobre la condición humana.
Uno de los poemas que más me gustaron es Temporal de conciencia, fechado en mayo de 2020. Cerino Madrigal retrata un Tabasco asediado no solo por el virus del COVID-19, sino por males sociales profundos: la ignorancia, la indolencia y la pérdida de rumbo colectiva. Versos como «Mi candoroso trópico húmedo […] clama de dolor ante la letalidad de un virus, el de su propia afrenta a la muerte» trascienden la coyuntura pandémica para cuestionar la «enfermedad» moral de una sociedad.
La metáfora de la lluvia —símbolo de purificación en la tradición poética— adquiere aquí un matiz urgente: «¡Ah! Cuán anhelo una exuberante lluvia, como recia agua de mayo, que haga florecer la conciencia de Tabasco». No es casual que el poema evoque mayo, mes en que las precipitaciones renuevan la tierra.
Para entender el lugar de Cerino Madrigal en la poesía contemporánea, es indispensable mirar hacia la tradición literaria tabasqueña. José Carlos Becerra (1936-1970), cuyo nombre lleva el encuentro, es una figura clave. Su obra, marcada por un lirismo metafísico y una sensibilidad profunda hacia el paisaje, sentó las bases para que nuevas generaciones exploraran la identidad local desde la vanguardia.
Hoy, es Mario Cerino Madrigal quien dialoga con la tradición sin miedo a innovar. En un mundo donde la inmediatez de las redes sociales y la saturación informativa amenazan con trivializar el lenguaje, Acallar el silencio se erige como un recordatorio del poder transformador de la palabra y crea un eco que invita a los lectores a descubrir su propia voz.
En Tabasco, donde los ríos fluyen con la fuerza de la historia, Cerino Madrigal se alza como un poeta que comprende que las aguas más profundas son aquellas que, en su quietud, guardan secretos capaces de renovar la tierra. Su obra promete no solo dejar huella, sino regar los surcos por donde germinarán nuevas voces en la poesía tabasqueña. ■