El 2024 será recordado como un año convulso para Tabasco por la ola de violencia desatada tras el cambio de estafeta en el gobierno estatal. Esto plantea una serie de retos para el periodismo tabasqueño, que debe adaptarse y responder a las expectativas de una ciudadanía ávida de información veraz y oportuna.
La violencia que ha azotado a Tabasco en los últimos meses ha puesto en evidencia la necesidad de un periodismo comprometido y valiente, capaz de denunciar y de dar voz a las víctimas.
El llamado «segundo piso de la transformación» implica una serie de cambios estructurales que deben ser seguidos de cerca por los medios: el empleo, la seguridad, la movilidad, la infraestructura pública, la salud y la educación, entre otros aspectos que determinan el progreso y desarrollo de las sociedades, son temas que requieren una cobertura exhaustiva y objetiva.
La expectativa de los ciudadanos es alta. Esperan que el nuevo gobierno cumpla con sus promesas y que se aborden de manera efectiva los problemas que aquejan a Tabasco.
En este contexto, el periodismo tiene un papel fundamental, no solo como informador ─ni adulador─ sino también como defensor de la libertades.
En estos tiempos de crisis y transformación, debe recordarse que la libertad de prensa es un pilar esencial de la democracia, y su defensa es fundamental para garantizar una sociedad informada y consciente.
Los periodistas tabasqueños debemos garantizar una cobertura de calidad y estar dispuestos a proteger nuestra integridad, personal y profesional.
El 2025 se presenta como un año de grandes retos y oportunidades. Las plataformas digitales han revolucionado la manera en que las personas consumen noticias, permitiendo un acceso inmediato y global a la información. Sin embargo, esta transición también ha traído consigo la desaparición de medios impresos locales, que no han podido competir con la inmediatez y la gratuidad de las noticias en línea.
Esta situación ha llevado a la pauperización del oficio, con periodistas enfrentando bajos sueldos y condiciones laborales precarias.
La presión por producir contenido rápidamente puede comprometer la calidad y la veracidad de la información. Además, la exposición constante en redes sociales y plataformas digitales aumenta la vulnerabilidad a ataques y amenazas, tanto virtuales como físicos.
Para salir airosos de estos desafíos, los periodistas debemos adaptarnos a las nuevas tecnologías y aprovechar las oportunidades que ofrecen las plataformas on line.
La capacitación continua en herramientas digitales y la diversificación de habilidades son tan esenciales como la colaboración entre periodistas y medios de comunicación para mantenernos relevantes en un mercado en constante cambio.
Asimismo, es importante promover la transparencia y la rendición de cuentas en el ejercicio periodístico, para recuperar la confianza de la audiencia.
La clave está en la adaptación, la colaboración y el compromiso con la verdad y la ética profesional, solo así lograremos que el periodismo vuelva a ser una profesión digna y respetada, merecedora de ingresos justos y reconocimiento social.
Para cerrar, quiero expresar mis mejores deseos para todos los colegas y lectores en este fin de año. ¡Feliz año nuevo y que el 2025 esté lleno de éxitos y prosperidad para todos! ■